lunes, 6 de mayo de 2013

La leyenda del Cachorro de Triana

Sevilla, siglo XVII, más concretamente, año 1682. Época de declive comercial y económico pero de gran fervor religioso en nuestra ciudad, que da lugar a la creación de numerosas hermandades tanto en el centro histórico como en Triana. Precisamente una conocida hermandad de dicho barrio, decide encargar al joven imaginero Francisco Ruiz Gijón la talla de un crucificado en su último suspiro para convertirlo en su imagen titular. El utrerano acepta el encargo y se pone manos a la obra, pero sin embargo, no consigue hallar en sus bocetos iniciales a ese Cristo de la Expiración al que se pidió que diese vida.

Cuenta la leyenda que pasados algunos meses Ruiz Gijón dejó de comer y llegando incluso a enfermar de tanto pensar en su encargo. Solía dar largos paseos en busca de la inspiración para su talla y por fin, en uno de ellos, quiso el destino que se encontrase con un suceso que marcaría su obra...

El barrio de Triana, ya por aquel entonces, era un barrio distinto. Gran parte de la población del momento era gitana y en el ambiente de las noches trianeras reinaba el flamenco por cada rincón. Un gitano muy conocido en el barrio era el "Cachorro", popular por su buen cantar y manejo de la guitarra además de por mantener, según las malas lenguas, un idilio con una noble sevillana que se hallaba casada. El marido de ésta, sospechaba del adulterio, y tras investigar durante un tiempo quien era ese gitano decidió dar fin a la historia esperando escondido al Cachorro en alguno de los lugares que éste solía frecuentar. Según la leyenda le asestó varias puñaladas (dicen que hasta 7), dejándolo casi sin vida y después huyó antes de que lo atrapasen.

El Cachorro, moribundo.

En ese momento, Ruiz Gijón, que andaba cerca del lugar, oyó gritos de mujeres desesperadas y se acercó allí donde sonaban para ver que sucedía. Cuando llegó, pudo ver entre la multitud a un hombre agonizando, en sus últimos suspiros tras haber sido atravesado varias veces por una daga. Cuentan que el imaginero, en ese preciso momento vio por fin la imagen que había estado buscando durante tanto tiempo, y que allí mismo, entre las personas que había en el lugar intentando ayudar al moribundo, empezó a plasmar en un boceto la escena, que más tarde conseguiría ejecutar en madera.

Ruiz Gijón tallando el Cristo de la Expiración.

Pasado un tiempo, Ruiz Gijón acabó la talla del Cristo de la Expiración y ésta pisó por primera vez las calles de su barrio, Triana. Cual fue la sorpresa de los presentes al ver la imagen del Señor, que cuenta la leyenda que la gente al verlo empezó a gritar sorprendida:

- ¡El Cachorro!, ¡El Cachorro!

Y efectivamente se trataba de él. Ruiz Gijón había sido capaz de plasmar con tal realismo en la madera, la escena que vislumbró aquella noche en Triana, que la gente creía estar viendo al gitano subido en la cruz. Y cuan verdadera será ésta leyenda, que a día de hoy se conoce más a la talla del imaginero como el Cachorro que como el Cristo de la Expiración.

El "Cachorro" de Triana.

Cabe destacar, para concluir esta leyenda, que tras una investigación llevada a cabo después del asesinato de el Cachorro, salió a la luz que aquella mujer con la que éste se veía no era su amante, como decían las malas lenguas, sino su hermana bastarda, cuya relación mantenía en secreto para no perjudicarla por su origen gitano.